Quizá se trate de un título muy general, pero es que se trata de aprender, de APRENDER, y es mágica la forma en la que se realiza, no deja de sorprenderme y emocionarme.
Cuando una niña extranjera comienza el colegio sin conocer nada del idioma, con tres años, es duro, debe ser angustioso para ella y así lo hacía notar algunas veces. Los adultos sentimos impotencia, sólo podemos arropar y abrazar, en el sentido literal de la palabra. Y esperar. A veces, como en este caso, pasan meses sin oir ni una palabra en español de manera espontánea. Sólo repetir, azuzada por el adulto, que al menos se consuela sabiendo que no hay problemas de articulación.
Pero un día oyes una frase... ¿quién ha dicho eso? Te sorprende porque es algo que tú dices habitualmente, una expresión repetida de forma literal, pero en el momento adecuado. Y al día siguiente, vuelves a oir algo que también te resulta familiar. Pero esta vez, algo más elaborado, no una simple imitación, un pensamiento y una expresión acertadas, pero con tus propias palabras y tu misma entonación. Y entonces es cuando te la quieres comer a besos y te das cuenta de que puedes mantener una conversación, de que tras el tiempo de espera, puedes saborear el intercambio, la comunicación y el razonamiento que se escondía tras esa incapacidad de hablar en un idioma.
Por eso no se trata sólo de aprender lenguaje. Es todo un mundo de conocimiento el que se abre y ese momento es mágico.
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