Cartas desde la isla de Skye, de Jessica Brockmole,
es uno de los libros más bonitos que leí el pasado año.
Del género epistolar, que tan ágil y ameno se hace para la lectura, cuenta además una bella historia de amor que transcurre de lado a lado del océano a lo largo de los duros años de la mitad del siglo XX, entre una y otra guerra, que marcarán el destino de nuestros protagonistas.
La tercera entrega de la trilogía de Ken Follet, El umbral de la eternidad, ha sido como las anteriores, una forma muy amena de repasar algunos aspectos de la historia del siglo XX y en algunos casos, ampliar conocimientos y la visión de unos hechos de los que he sido espectadora, testigo indirecto a través de las noticias, pero sí testigo de los cambios de la sociedad que tuvieron su origen en muchos de los acontecimientos que aquí se relatan.
Con nuestros queridos protagonistas, familiares y descendientes de los que nos cautivaron en las anteriores novelas, podemos estar presentes en la muerte del presidente Kennedy, de Luther King, la primavera de Praga, el muro de Berlín, los disidentes soviéticos, los hippies, la guerra de Vietnam...las drogas, la liberación de la mujer, escándalos, espionaje, Solidaridad,
la caída del muro, la perestroika....