
Hace años que me recomendaron este libro, de Daniel Pennac, pero entre tanta lectura recomendable para el trabajo y tanta lectura apetecible para el entretenimiento, quedó ahí, no olvidado, pero en espera...
Hace poco, en el blog Carmen y amigos, aparecía este libro y me propuse leerlo.
Ha sido todo un acierto leerlo en el inicio de curso. Estoy de acuerdo con lo que dice, ya hemos defendido esas ideas en muchas ocasiones, como enseñantes y como padres... pero es bueno leerlo, volver a reflexionar y afirmarse en ello, inspira, da confianza y argumentos en la defensa de una forma de ver la educación que por desgracia a veces, se está perdiendo...
Buscando por la red he encontrado este blog en el que se hace algo más que la reseña del libro: Confieso que he leído, un análisis y comentario muy completo.
Pero yo voy a entretenerme sólo un poco en algunas ideas que dado el momento me llaman más la atención. Tengo a mis alumnos de cinco años comenzando a disfrutar de la lectura y quiero que lo sigan haciendo. Así se lo he transmitido a los padres y quizá les vendría bien leer este libro...
Comienzan a escribir y leer y eso les produce mucha satisfacción. Pero no todos dominan ya el código, leen y escriben también los que no lo dominan, porque lo importante es la creación y el contenido... porque en el esfuerzo que supone leer y escribir hemos de acompañarle, sin prisas, sin amenazas, sin sobornos...
No podemos abandonar a nuestros primeros lectores. Hemos de participar en el placer de leer.
Describe la angustia de los padres ante la lentitud de ese proceso que se da a veces... nosotros, pedagogos, somos unos usureros. Poseedores del saber, lo prestamos a interés. Tiene que rendir. ¡Y rápido!...
...Eramos su cuentista y ahora somos su contable...
Cuando supera la mecánica de leer y parece que vuelve a recuperar el gusto por la lectura, entonces le damos la ficha de lectura ¡Cielos! ¡Ya se les da en Infantil!
He vivido esa etapa como madre y he sufrido al ver que después de pasarlo en grande leyendo un libro, había que ponerse a rellenar una ficha...
Y más tarde también llega la etapa de grandes trabajos y de exámenes de libros...
Enfoca esta etapa con sentido del humor, pero también con muchas verdades: ...la mayor parte de las lecturas que nos han formado, no las hemos hecho a favor, sino en contra...
Da ideas y esperanza:
...¿Y si en lugar de exigir la lectura, el profesor decidiera de repente compartir su propia dicha de leer?
Es un libro de pocas páginas, pero de mucho valor e interés y desde luego, recomiendo leer tanto a padres como a mis amigas profesoras pero por supuesto a cualquier lector, que seguro está de acuerdo con el interesante decálogo: Los derechos del lector.