Desde el momento en que leí en el blog de
Consuelo la reseña de este libro, la cual aconsejo leer, supe que me lo iba a leer y que me removería sentimientos y emociones.
Y así fue.
Desde que leí que las penas acababan siendo frascos de lágrimas en conserva, mermelada de grosellas blancas, cuando leí que las manos de la abuela atrapaban lo invisible, empecé a formar parte de la historia,
ya desde las primeras páginas...Esas metáforas me atraparon, así como algunos misterios de esa familia que poco a poco van saliendo a la luz y van aclarándose difusamente.
Cuanto más se extendían las lagunas de la memoria de Berta, tanto mayores eran los fragmentos de recuerdo que escapaban atravesándola.Cuanto más avanzaba su perturbación, tanto más descabelladas se volvían las prendas de lana que tejía...
* * *
Su cerebro se cubría de arena momo el lecho inestable de un río que empezaba a desdibujarse poco a poco...
* * *
Las penas guardadas, recompuestas, reconducidas...se empiezan a remover, a manifestarse.
No tengo tarros de mermelada de grosellas blancas, no hay fenómenos extraños en mis manzanos, pero la pena causada por las demencias de los míos, de los recuerdos, de los olvidos, aflora con este libro.
Pena, rabia, impotencia...
Tras el duro camino de las demencia, queda esto: pena y al final... paz. No quiero que esta entrada transmita amargura, sino todo lo contrario. Reflexionar desde otros puntos de vista sobre esta enfermedad y sus consecuencias. Intentar afrontar la realidad, hacerse cargo, buscar alternativas...
Mi blog. Recuerdos y olvidos.
Escritos, labores, ganchillo, puntos que guardan momentos de pena y de paz.